LA URGENCIA DEL ARREPENTIMIENTO
Introducción
Si hemos vivido muchos años hemos sido testigos de varios desastres naturales. Hoy vivimos en una época en que estamos expuestos a todo lo que sucede en el mundo a través de los medios de comunicación avanzados (globalización).
Vivir en este planeta es algo peligroso. La tragedia es algo que no se puede evitar y cuando esta viene y destruye a miles de personas surgen las preguntas del ¿por qué? ¿Por qué Dios permite estas cosas? ¿Qué es lo que Dios está tratando de decirnos? ¿Cómo podemos interpretar la muerte de las personas en estos fenómenos naturales y tragedias?
Los judíos tenían su interpretación acerca de las calamidades a través de la doctrina de la retribución divina que consistía en pensar que si alguien sufría se debía al juicio de Dios por su pecado… Esta explicación teológica no es nueva (Cf. Job 4.7, 8; 22.4, 5 en el Antiguo Testamento y Jn.9.1, 2 en el Nuevo Testamento). En otras palabras, la teología de los judíos atribuía el sufrimiento individual, o incluso colectivo, al pecado individual o grupal. Dios los estaba castigando por sus culpas.
Cuando una persona muere en un trágico accidente o sobrevive a él milagrosamente, no siempre es una medida disciplinaria.
Las tragedias tocan a los creyentes también junto con los no creyentes. Veamos que dice Dios en estos casos a la luz de Lc.13.1 – 5.
1. LA TRAGEDIA DEL TEMPLO. V. 1
Trasfondo de Lc.13.1- 5. Jesús viene hablando de la necesidad de estar preparado y en paz con Dios para su segunda venida y el juicio ante el Juez del universo (Lc.12.58). Pensando en el juicio de Dios algunos preguntan si eso que les pasó a los galileos era señal del juicio de Dios. ¿Cómo podía pasarle eso a esta gente “buena”?
v.2. Jesús cuestiona la teología judía de la retribución. Ahora, hay ocasiones en que Dios trae juicio por el pecado (Cf. Hc.5.1-11) pero, aquí se está tratando de una situación colectiva.
Hay juicios que son consecuencia de hábitos pecaminosos…drogas, alcohol, delincuencia, promiscuidad sexual, etc.
La razón por la cual unos mueren en tragedias y otros no, incluyéndonos nosotros, es por la misericordia de Dios. Todos merecemos la muerte pero Dios es misericordioso y nos permite vivir; entonces la pregunta no es por qué Dios permite que muchos mueran, sino por qué Dios permite que muchos vivan a pesar de que la paga del pecado es la muerte (Ro.6.23 Cf. con Lm.3.22, 23). Cada mañana que nos permite respirar es el resultado de sus misericordias.
¿Está preparado(a) para morir? La Biblia dice que debemos estar preparados para morir en cualquier momento, y esta advertencia no sólo es para las personas que están enfermas sino para todo ser humano.
Hay algo que en la teología se conoce como la gracia común. Esta gracia común es la que hace que todas las personas tengan muchas bendiciones de parte de Dios y entre esas está la misma vida para que la persona proceda al arrepentimiento (2 Pe.3.9).
Nadie debe concluir que no muere y otros si porque es mejor que otros. En el caso de los galileos Jesús está diciendo que estos murieron no porque ellos eran peores que otros u otros eran mejores que ellos.
Mezclar su sangre, ¿sentido figurado o literal?
2. LA TRAGEDIA DE LA TORRE DE SILOÉ. V.4
Este otro ejemplo es para rebatir la idea popular de la retribución. Pregunta Jesús que si por haberles pasado esto, ¿Ellos eran más culpables que los demás hombres de Jerusalén?
No se nos da detalles de cómo sucedió esto pero otra vez el punto es que estos no eran más culpables que otros hombres (v.5).
RV de 1909 traduce la expresión “más culpables” como “más deudor”. Este deudor es un ofensor, transgresor moral, delincuente). Un delincuente es el que delinque. Delinquir es cometer delito y un delito es quebrantamiento de la ley, es cometer una acción o cosa reprobable. Nosotros estamos moralmente obligados a vivir una vida libre de violaciones de los mandamientos de Dios. Al fallar en esto, nos convertimos en transgresores, deudores a la justicia divina, delincuentes espirituales. De ahí se desprende el concepto de Jesús sobre la necesidad de buscar el perdón legal de Dios.
3. LA TRAGEDIA MÁS TEMIBLE
Esta es la lección que debemos aprender. Y esta es la respuesta que Jesús da a ambas situaciones en el v. 3 y 5.
Si alguien no se arrepiente va a perecer. Este perecer al que Jesús se refiere no es a morir trágicamente sino a la muerte eterna que se sufre por no arrepentirse antes de que llegue la muerte física. Esta es la tragedia más temible y terrible. Esta es la respuesta a todo el contexto del pasaje.
Hb.9.27 Todos vamos a morir y después de la muerte el juicio. Esto nos debe traer a una reflexión profunda sobre nuestra verdadera situación delante de Dios. La más terrible tragedia es llegar a la muerte sin haberse reconciliado con su Juez Dios, y por lo tanto lo que le espera es un juicio y condenación eterna.
Esto es lo que antecede en Lc.12.58. El Juez representa a Dios y el que debe ponerse de acuerdo con el Juez somos cada uno de nosotros, pero antes que llegue el día de juicio.
En los dos ejemplos citados Jesús dice que estas personas perecieron, lo cual indica que no se arrepintieron delante de Dios (v.3, 5). Jesús no está enfatizando la muerte física porque todos al fin y al cabo pereceremos físicamente.
Mucha gente vive como si nunca fuera a morir y uno de los propósitos de las tragedias es hacernos pensar a los que quedamos vivos. Entonces debemos preguntarnos ¿por qué estamos vivos nosotros? y no ¿por que murieron otros? Porque mientras estamos vivos tenemos la oportunidad de arrepentirnos.
Los judíos eran externamente piadosos y religiosos…
Ahora, cuando hablamos de arrepentimiento desde el punto de vista de la Biblia, estamos hablando de dos elementos: cambio personal en la manera de pensar acerca de mi pecado. La mayoría de la gente piensa que ellos no son tan malos como los demás.
Unos piensan ir al cielo porque piensan que en una balanza sus buenas obras pesan más que las malas obras y Dios tiene en cuenta esto. Este modo de pensar aunque es popular es absurdo y errado.
Nadie podrá merecer la vida eterna con Dios y nadie la podrá logar guardando sólo parte de la ley o los mandamientos de Dios (Gá.3.10, Stgo. 2.10).
Entonces, lo primero que debe hacer una persona si se va arrepentir es verse como Dios lo ve, como un pecador, como un transgresor, como un deudor y culpable digno de muerte eterna. Estar de acuerdo con el diagnóstico que Dios hace de él es el primer elemento del arrepentimiento de un pecador.
El segundo elemento del arrepentimiento es reconocer que Jesucristo es el único Salvador. Jesús no es un camino para ir a Dios, es el único camino (Jn.14.6). El arrepentimiento bíblico dirige al pecador a la fe en Jesucristo. Si no, no es verdadero arrepentimiento.
Lc.24.46, 47 Predicar el arrepentimiento para perdón de los pecados.
Lc.13.3, 5 Si no te arrepientes perecerás cuando te presentes delante del Juez del universo.
El arrepentimiento primariamente se trata de esto y no en el solo hecho de sentirte mal porque cometiste errores.
Si Dios te concede vida esto es demostración de su paciencia y misericordia pero si no te arrepientes perecerás como los demás sin Cristo.
¿Cómo estás tú con Dios? La lección es que antes de que Él venga debes estar en paz con Dios, arrepentirte o también perecerás
CONCLUSIÓN
Los dos ejemplos que cita Jesús declaran que nadie sigue con vida o la pierde porque es mejor o peor que otros, sino simplemente porque Dios es misericordioso con los que viven para que estos tengan la oportunidad de arrepentirse porque si no se arrepienten antes de morir perecerán eternamente. Este arrepentimiento consiste en reconocer nuestra condición pecaminosa delante de Dios y reconocer la necesidad de Jesús como nuestro Salvador para así librarnos del juicio de Dios cuando tengamos que presentarnos delante de su trono.
Jesús enfatiza la necesidad de una respuesta positiva presente para con Jesús y su obra salvadora por parte del pecador.
Desafío e invitación… Hc.17.30, 31; 3.19